sábado, 6 de abril de 2013
El Sudor Frio De Chema Ramos
Matita es un pueblecito de la Guajira distante una hora de Riohacha que en la época de la bonanza marimbera se hizo tristemente celebre por su pista de aterrizaje y por los aviones que casi a diario allí “se tiraban” sin que nunca las autoridades se enteraran. Fue la época del billete a manos llenas de las extravagancias y de los culopuyú así llamados a aquellos que se empretinaban el arma en la parte trasera pero siempre se les notaba la punta del cañón puyando el pantalón. Un par de empresarios locales organizaron una caseta en la fiesta del pueblo y para el baile contrataron al Rey vallenato Chema Ramos y su conjunto Los indios Urumas. La gente de los pueblos cercanos y veredas del entorno colmaron el salón y el éxito fue total. Al día siguiente tan solo después del medio día apareció uno de los contratistas pero sin un peso con el cuento que el socio lo había tumbado volándose con la plata del baile, pero tratando de hacerle frente al compromiso le dijo a Chema: vea compi pa’ que no se vaya limpio, llévese estos dos bultos de marihuana “concha e’ coco” que tengo aquí en el cara e’ sapo, que de esa calidá enseguida se la quitan de las manos; un sudor frío invadió el cuerpo de Chema y muy asustado con la presión a to´ timbal le respondió: ombe amigo yo la única vez que he salido en la primera hoja del periódico fue cuando me gane el festival y no quiero que la segunda sea por estar tirárdomelas de gavilán mayor. La verdá yo de ese negocio no entiendo, así que véndalos usté y búsqueme la plata que necesito viajar con mis muchachos, o por lo menos consígame los viáticos de la buseta y dígame cuando vuelvo por lo del toque. En esos momentos se presento Chanito un individuo de piel oscura, pelo muy quieto y robusto con una mochila full de billete diciéndole, oiga maestro usté no se puede ir, estoy recién casado y necesito llevarle una serenata a mi esposa y sacando un fajo de la mochila le dio de arrancada un millón de pesos, alguien le dijo a Chema, pilas que este tipo es peligroso. Con ese dinero ya estaba el mundo arreglado y se fueron con Chanito para un kiosco que el tenía en un patio grande con varias habitaciones y en cada una, una hembra, todas muy elegantes, venían de Maracaibo y eran las esposas del personaje. El conjunto se instaló, comenzó la fiesta y Chanito las fué bailoteando a todas hasta que finalmente se encaletó en uno de los cuartos, ordenándole a los músicos que siguieran tocando solos. Mas tarde apareció un tipo de gran estatura, en temple y con algo protuberante debajo de la camisa por fuera, por el tamaño de la cacha debe ser un magnun pensó Chema, al fulano le decían “Siete y medio” y les ordenó: tóquenme “La hija de Amaranto” y en el acto fue complacido, tóquenla otra vez vocifero y de nuevo se la sonaron, vuélvanmela a repetir les exigió y en esa forma se las hizo tocar ocho veces; Chema estaba cansado y le pidió a Chelo que lo relevara en el acordeón pues este también le jala, pero solo a las guarachas y charrangas y arrancó entonces con el acordeón pitador, el fulano agarro la cacha del arma y les advirtió parando la música: esa no coño e’ madre, es “La hija de Amaranto” la que yo quiero y les pregunto cuanto son ustedes, somos ocho dijo Chelo, bueno ripostó, voy a matar a siete pa ´que quede uno vivo y pueda echar el cuento, en tanto Chema logró llegar al cuarto donde estaba Chanito rendido, y lo levantó haciéndole saber la humillada que les estaba pegando “Siete y medio”. Este cogió una pistola y dándole un revolver a Chema le dijo: vamos pa’ que ahora lo humille uste a el; nuevamente el sudor frío lo invadió y con Chanito adelante y el atrás llegaron al kiosco, y de un calibrazo Chanito tiro al tipo al suelo, desármelo! Le ordeno a Chema y cuando este le levantó la camisa lo que encontró fue un plátano verde empiretinao. El tipo se fue profiriendo amenazas y Chanito los dejo emprender el viaje de regreso. En lo sucesivo Chema solo llegaba en sus toques hasta Barrancas pues pensaba que en alguno de los pueblos mas allá se podría tropezar de nuevo a siete y medio pero esta vez no con un plátano sino con una nueve milímetros. Mil episodios como este vivieron nuestros artistas en aquella época de la bonanza, los culopuyú y las extravagancias. Por Julio Oñate M.
Suscribirse a:
Comentarios de la entrada (Atom)
Vuelvo a retomar la idea principal que se habia perdido en las ocupaciones y el olvido, espero volver a actualizar el blog y tambien el perfil de facebook Historias de Macondo.
ResponderBorrar