viernes, 12 de junio de 2009

HABLEMOS DE VALLENATO

Un columnista del heraldo, diario de Barranquilla, dijo que el vallenato era hijo de la ranchera, esta es una idea que viene haciendo carrera hace tiempo.

A raíz de la presentación del charro mejicano nacido en el pueblo de Huentitan el alto, Vicente “Chente” Fernández, alguien dijo que las rancheras no cabían en el carnaval, que raro los barranquilleros dicen que en el carnaval se vale todo, en realidad irse en contra de Chente es una pelea de tigre con burro amarrado, aquí en Colombia lo quieren y lo respetan más que en el mismo Méjico.

Un par de jovenzuelos de nuestras nuevas promesas del vallenato le hicieron una versión al tema éxito del charro “esos celos o celos” que empezó a sonar muy bien en Colombia y en Méjico; se dijo por acá, que el equipo de producción de Chente, pidió que lo restringieran, en realidad la versión que hicieron los pelaos es buenísima, pero siempre será mejor la original, por lo que no era necesario.

Probablemente esto motivó la reacción del que encendió la mecha, claro que uno desde acá, lo que ve es que los empresarios barranquilleros sintieron lo que vale y pesa “Chente”, y eso es todo; se demostró en los hechos, en cuanto a que el vallenato sea hijo de la ranchera, nada más falso que eso, el vallenato es una música triétnica (indígena- africana- europeo).

La ranchera mejicana es biétnica (indígena- europea), en la ranchera no hay tambores, en Méjico nunca ha existido un charro famoso afromejicano, en cambio en el vallenato tenemos muchos. Los tambores permiten la expresión corporal y convierte a nuestra música en música apta para la danza. Desde ese punto de vista el vallenato es más completo, los charros mejicanos famosos que penetraron nuestros pueblos con sus cantos arrancan en la segunda mitad de los años 30 y alcanzan su esplendor en los años 40, 50 y 60, en los años 70 empiezan a palidecer a raíz del cine en color que ya no los mostraba tan apuestos ni a las mujeres con una belleza tan candida.

Los artistas del rock y la balada con cabello largo y patillas hicieron pasar un poco de moda al charro, solo Vicente por su juventud y fuerza en la voz pudo cruzar el umbral de los años, lo importante aquí es decir que en los años 30 cuando nos empieza a llegar la ranchera mejicana ya Francisco el Hombre era una leyenda y Chico Bolaño estaba en pleno apogeo Emiliano empezaba a despuntar su carrera, es decir Francisco el Hombre ya tenía 80 años.

De alguna manera los colombianos sabemos que son centenares las canciones colombianas que han sido regrabadas en Méjico por artistas mejicanos. Esa interrelación siempre ha existido.

Nosotros sentimos gran simpatía por los ritmos de ellos, tales como; el jarocho y el guapango, por ser los más auténticos, podríamos decir - siendo la comparación mala- que representan para nosotros lo que sería el son y la puya, y ellos este par de aires que son los más antiguos poco lo conocen y mucho menos lo han interpretado, entonces ¿cómo decir que el vallenato es hijo de la ranchera?.

Rosendo Romero Ospino

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