domingo, 14 de junio de 2009

EL MULO Y LA CUATRIMOTO

El viernes de la semana santa que recientemente se nos fue será siempre recordado por la mayoría de los habitantes de Pueblo Bello, no sólo por compartir la alegría de la resurrección de Cristo nuestro Señor, si no también por la tremenda estampida de la gente que iba en la procesión ante la aparición de un horroroso aparato que rugiendo y chillando los embestía sin previo aviso.

Me comenta Moisés Perea que Carlos Iván, el hijo de nuestro queridísimo amigo Iván Gil Molina, que el día de la procesión de la "dolorosa" el joven andaba haciendo piruetas en una ‘cuatrimoto’ ajena por los alrededores del pueblo. Al tratar de esquivar otro de estos vehículos que en sentido contrario venía en la hoja, envistió por detrás a un mulo que pastaba a un lado de la carretera y el muchacho con el rebote del golpe rodó jolón abajo rompiéndose un par de costillas y sufriendo fracturas de clavícula y ante brazo con fuertes golpes en todo el cuerpo. El mulo quedó encaramado en la cuatrimoto con una pezuña hasta el ñame en el acelerador y otra en el pito que con estridencia sonaba insistentemente.

El animal despavorido trataba de huir de aquella baraunda sin sospechar que el causante del enloquecedor estropicio era él, y la 'cuatri' cobraba cada vez mayor velocidad rugiendo con alta potencia hacia el centro de la población. Los mulos no saben frenar una moto y el horrorizado equino con el aparato full de gasolina le encaminó de frente a la procesión provocando la estampida de los atemorizados feligreses que no alcanzaban a comprender lo que estaba ocurriendo y aquello fue el desbarajuste. La gente corría enloquecida atropellando todo a su paso, muchos en piñata se treparon a los árboles y el cura párroco que oficiaba en ese momento se encaramó en el campanario de la iglesia y comenta Perea que hasta la "dolorosa" estuvo apunto de salir huyendo cuando vio que la dejaron sola. Había gente dentro de las alcantarillas, debajo de las camas, dentro de los armarios, y en los techos de las casas creyendo que aquel jorasquin mecánico montado por el mulo de la otra vida eran cosas del demonio o del mismísimo judio errante que querían hacerles daño o quizás algún castigo divino por la corrupción y la sinverguensura de aquellos malandros de oficio que nunca reciben una sanción ejemplar.

Después de haber escalabrado a medio pueblo el solípedo motorizado tiró como un cohete pa' allá arriba de los cerros buscando la vía hacia Chemesquemena esperando de pronto que al agotarse el combustible acabara esa loca tortura que le había agotado hasta el último relincho.

La pezuña del mulo seguía en el acelerador y el pito no dejaba de chillar y en una falda del cerro se tropezó dos arrías de bestias cargadas de víveres conducidas por un grupo de arahuacos que volaron como perdices ante la embestida de el espíritu humano. Los indígenas rozaron esvorcanaos por el precipicio con los animales más atrás
malográndose toda la carga y hasta un par de caballos con esnuncamiento de primer grado dejó aquel desolador panorama.

El mulo siguió filo a filo hacia arriba y del pobre jumento no hay noticia alguna; la moto fue rescatada por los agentes del dinámico coronel Tobo en cercanías de Villa Germania, pero no hay manera de enjuiciar a nadie por la demanda de los indios ya que las únicas huellas encontradas en los manubrios de el aparato corresponden a los candaos de las pezuñas del animal.

Afortunadamente a Iván Gil solo le tocó pagar el mulo y avergonzado se auto extraditó de Pueblo Bello con la esperanza que para la próxima semana santa ya los lugareños hayan olvidado aquel estridente y mañocal episodio producto de un mulo enloquecido manejando una cuatrimoto.

Julio Oñate Martínez

sábado, 13 de junio de 2009

LAS TRAVESURAS DE WICHO SANCHEZ

Corría el año 1980 Pivijay (Mag) celebraba sus fiestas de mayo y los hermanos Zuleta amenizaban el evento con parranda larga en la Hacienda Santana de Don Alfonso Severini, quien junto a varios amigos de farra le obsequiaron a Poncho varias novillas blancas, escogidas, y una docena de finos carneros “peliguey” , rojo cerezo que él necesitaba para iniciar la cría allá en su finca “Mi salvación”. El traslado se realizaría en la F-350 que Zuleta cargaba para esos menesteres, la cual era patronada por su compadre Wicho Sánchez, en la época, el cencerrista de la agrupación.

Sánchez estaba feliz, pues en el viaje de semovientes se incluyeron cuatro carneras de esas pestaña larga y ojos claros que a él también le habían obsequiado sus admiradores pivijayeros, convencido que en Valledupar les sacaría un buen billete si lograba negociarlas con el Doctor Alfonso Araujo Cotes, líder en Colombia de la importación y cría de cabras y terneros de alto rango. Todo quedo arreglado y sobre el mediodía arrancó Sánchez con la 350 full de cuadrúpedos. Después de pasar fundación se le reventó la correa del ventilador al vehículo y tras conseguirla y cambiarla se lo cogió la nochecita llegando a Caracolicito. Allí se enteró Wicho sobre la prohibición en todo el territorio nacional de transportar ganado después de las 6 de la tarde. Los chirrincheros se la montaron y él sin viáticos para transar, puesto que Zuleta no le dio ni cinco para el viaje, logró sobornar a los celosos defensores de la ley con uno de los carneros de Poncho y así poder continuar el recorrido.

En El Copey estuvo a punto de ser encalabozado por transgredir una ley de la república, pues el cabo de la policía no comía de cuento y ya eran las 7 p.m. Y los celulares aún no repicaban por aquí y ante la imposibilidad de comunicarse con el patrón, y le tocó pagar la multa con otro de los carneros de sangre azul y poder nuevamente coger carretera.

Bosconia es un crucero de ganado en todas direcciones y el comandante del destacamento policivo de allí, era Master en el tráfico de vacunos y además de extrema rigidez para aplicar sin contemplaciones la ley vigente. El vehículo fue inmovilizado y Sánchez tendría que esperar el otro día para continuar su destino. Pero él en Bosconia se movía como pez en el agua por ser el sitio de abastecimiento de la finca y en un granero conocido consiguió a crédito un garrafón de aguardiente y una vez percatado que el teniente del puesto se retiró a descansar, le cayó a los dos guardias de turno, zuletistas de cuerpo entero y a punta de trago los fue debilitando hasta conseguir después de bajar un par de los encopetados caprinos, uno para ellos y otro para suavizar al rígido oficial escabullirse en la oscuridad y en la hoja llegar a pueblo nuevo con su preciado cargamento. “Mi salvación” ya estaba cerca, pero en este sitio festejaban los policías de allí el cumpleaños de un compañero, estaban medio pasmados y hambrientos y Wicho ya en tres quince no vaciló en degollar otro de los nobles carneros de Zuleta y más tarde con las claras del día después de engullirse un suculento guiso con el corazón satisfecho por el deber cumplido llegó a la finca con aire triunfalista informándole a Joaquín Rodríguez el administrador todos los percances y victorias del azaroso viaje.

Con las mismas Sánchez arrancó para Valledupar donde podría asegurar sus pestañonas antes de que Poncho se enterara del ovino descalabro sufrido a manos de los depredadores de la ruta y lo dejara sin hacha, calabaza y miel. Una de las carneras acababa de entrar en calor y el más alborotado de los sobrevivientes al momento de la arrancada pegó un brinco de alto vuelo y cayó en la 350 solo percatándose de esto cuando llegó a Los corazones, donde traspuso la mercancía. Posteriormente dejó el camioncito y la llave donde “el toca” lugar teniente de Zuleta en la época y se perdió en la manigua de garupal.

Solo seis de los doce aristocráticos peligueyes que salieron de Pivijay llegaron a mi salvación. Zuleta enfurecido hasta recompensa ofreció a quien le llevara amarrao a Sánchez para darle su palera y quitarle los animales, pero nunca pudieron encontrarlo. El tiempo que todo lo suaviza fue pasando y cualquier día ambos borrachos y amanecidos se tropezaron en una bebeta donde “Pindengue” y entre requiebro y abrazos y un beber y un beber evidenciaron que entre parranderos la amistad está en primer plano y además es bien sabido por todos que los burros en la sabana se buscan para rascarse y los avispaos de fama se buscan para asociarse.

Julio Oñate Martínez

viernes, 12 de junio de 2009

LA EVOLUCION DEL CANTO VALLENATO

Por aquí no ha habido un músico como Chico Bolaño”, frase expresada por el celebre autor de “la Gota Fría”, Emiliano Zuleta Baquero estando en vida (Q.E.P.D).
De la generación de Francisco el Hombre no se tienen cantos con certeza absoluta, pues las canciones cambiaban de dueño y hasta de letra, con mucha frecuencia, por tal razón el autor para proteger sus derechos autorales se autonombraba, de tal forma que se puede divagar mucho en esto para llegar a precisar datos; pero algo si está bien claro y es que el puente entre Francisco “el Hombre” y las generaciones a partir de Emiliano Zuleta, lo hace Chico Bolaño, “el primero en enseñarles a los músicos de la época como se tocaban los diferentes aires”. (T.D. Gutierrez).

Catalina Daza es una canción de la autoría de Chico Bolaño en donde por los cambios melódicos uno puede apreciar que hay una estrofa, un coro (dúo) y un estribillo. Sin embargo, muy a pesar de ser Chico Bolaño mayor que Tobías Enrique Pumarejo, es Tobías el que sirve de guía por tener muchos temas grabados que le sirvieron a compositores tales como:
Rafael Escalona, Julio Erazo, José Benito Barros (en lo vallenato) y Leandro Díaz, vale la pena mencionar a Isaac Carrillo “Tijito”, Wicho Sánchez, Armando Zabaleta, Chente Munive, Juan Manuel Muegues, Miguel Yanet y por supuesto Luis Enrique Martínez y Calixto Ochoa.

Ya en los años sesenta a Tavo Gutiérrez, Santander Durán Escalona, Nicolás Maestre, Rita Fernández, Freddy Molina, Pedro García (q.e.p.d), que son los que convierten esta estructura en un hermoso juego melódico que recrea y gusta en toda la región.

Inicialmente, tuvo mayor prelación el canto de los cuatro versos (Cuarteto) ejemplo: La canción “Carmen Díaz” de Emiliano Zuleta Baquero.

Me siento lo más contento

Porque resolví casarme

Si me caso en otro tiempo

Me vuelvo a casar con Carmen

La mayoría de los cantos de esta época conservaron esa estructura, pero el mismo Mile más tarde aplica la estructura básica, ejemplo:

Las vacaciones de Emiliano

Por pelear con Carmen Díaz

Me conseguí un poco e” queridas

Pero ninguna ha resultado

Coro

Es la última vez

Que a Mile le pasa

Estribillo

Irse de su casa

Pa después volvé

De este esquema el maestro Emiliano pasa a uno más amplio, tanto en su estructura melódica como en su esquema literario, esto se puede apreciar en su canción “La Gota Fría”, estas tres canciones nos permiten ver y oír con claridad como se ha configurado la canción vallenata, la forma como Emiliano reparte la melodía en “la Gota Fría” establecen un nuevo concepto de cómo componer la música vallenata, y es obvio que Escalona no sólo fue alumno de don Toba, sino de Emiliano y otros.
Escalona visitaba y parrandeaba con todos “yo aprendí de todos” me dijo un día.

Tavo Gutiérrez en su canto “Rumores de viejas voces” parece alejarse del esquema original, pero usa la misma lúdica que se aprecia en la Gota fría, creando varias melodías que se entrelazan agradablemente y dan la sensación de que se está rompiendo el esquema en realidad se da es porque alarga los versos y en la melodía aplica lo que comúnmente le llaman anti compás y anula el estribillo, pero Tavo en la mayoría de sus canciones conserva el esquema básico.

Del movimiento llamado la “Nueva Ola” rechazado, aplaudido, adorado por unos y despreciado por otros, pero movimiento al fin, podemos decir que ya no existe, pues su propio impulsor abrazo la tradición vallenata y obviamente se ha llenado de premios y así difícilmente volverá a mirar para allá, en realidad la nueva ola lo único que ha hecho en forma visible es ampliar el concepto melódico, adicionándole más conocimiento de fondo a los arreglos instrumentales, que lamentablemente no han sido para enriquecer el vallenato clásico sino que se pierden en fusiones de vallenato con el chandé, el merecumbé, porro, reguetón, baladas, Rock.

La estructura melódica a veces la respetan, otras veces no la toman en cuenta; en lo literario se aflojaron y hasta ahora empiezan a asumir el compromiso con la seriedad de nuestra música. La mayoría se dejan marcar tendencia, por ejemplo en el caso del súper éxito “Me gusta” de Omar Geles, esta canción caracteriza la alegría del hombre caribeño, supongo que debe ser un paseo llevado por los arreglistas a un sonido diferente, lo que lo vuelve un tema ambiguo es decir no clasificado en ninguno de los cuatro aires, no he tenido la oportunidad de hablar con Omar sobre esta canción para saber a ciencia cierta de que se trata, Omar se caracteriza por ser polifacético, bien puede hacer un tema como “Me Gusta” y también puede hacer una canción tan espiritual como “los caminos de la vida” o uno de los paseos más hermosos hechos por estos tiempos como “Blanco y Negro”, ambas canciones juegan con la estructura básica,

podríamos decir que el compositor de la generación de la Internet es Omar, el maestro que va guiando las nuevas generaciones, Omar aún siendo polifacético tiene un estilo original de decir las cosas, más otros autores actuales tienden a irse por lo que se pega en el momento y el vallenato es de vivencias y sentimientos profundos, vale la pena destacar al poeta Wilfran Castillo, Alejandro Sarmiento y a Tico Mercado, quienes también tienen un estilo que lucha por mantenerse y definirse, han alcanzado éxitos nacionales e internacionales.

Rosendo Romero Ospino

“El Poeta de Villanueva”

HABLEMOS DE VALLENATO

Un columnista del heraldo, diario de Barranquilla, dijo que el vallenato era hijo de la ranchera, esta es una idea que viene haciendo carrera hace tiempo.

A raíz de la presentación del charro mejicano nacido en el pueblo de Huentitan el alto, Vicente “Chente” Fernández, alguien dijo que las rancheras no cabían en el carnaval, que raro los barranquilleros dicen que en el carnaval se vale todo, en realidad irse en contra de Chente es una pelea de tigre con burro amarrado, aquí en Colombia lo quieren y lo respetan más que en el mismo Méjico.

Un par de jovenzuelos de nuestras nuevas promesas del vallenato le hicieron una versión al tema éxito del charro “esos celos o celos” que empezó a sonar muy bien en Colombia y en Méjico; se dijo por acá, que el equipo de producción de Chente, pidió que lo restringieran, en realidad la versión que hicieron los pelaos es buenísima, pero siempre será mejor la original, por lo que no era necesario.

Probablemente esto motivó la reacción del que encendió la mecha, claro que uno desde acá, lo que ve es que los empresarios barranquilleros sintieron lo que vale y pesa “Chente”, y eso es todo; se demostró en los hechos, en cuanto a que el vallenato sea hijo de la ranchera, nada más falso que eso, el vallenato es una música triétnica (indígena- africana- europeo).

La ranchera mejicana es biétnica (indígena- europea), en la ranchera no hay tambores, en Méjico nunca ha existido un charro famoso afromejicano, en cambio en el vallenato tenemos muchos. Los tambores permiten la expresión corporal y convierte a nuestra música en música apta para la danza. Desde ese punto de vista el vallenato es más completo, los charros mejicanos famosos que penetraron nuestros pueblos con sus cantos arrancan en la segunda mitad de los años 30 y alcanzan su esplendor en los años 40, 50 y 60, en los años 70 empiezan a palidecer a raíz del cine en color que ya no los mostraba tan apuestos ni a las mujeres con una belleza tan candida.

Los artistas del rock y la balada con cabello largo y patillas hicieron pasar un poco de moda al charro, solo Vicente por su juventud y fuerza en la voz pudo cruzar el umbral de los años, lo importante aquí es decir que en los años 30 cuando nos empieza a llegar la ranchera mejicana ya Francisco el Hombre era una leyenda y Chico Bolaño estaba en pleno apogeo Emiliano empezaba a despuntar su carrera, es decir Francisco el Hombre ya tenía 80 años.

De alguna manera los colombianos sabemos que son centenares las canciones colombianas que han sido regrabadas en Méjico por artistas mejicanos. Esa interrelación siempre ha existido.

Nosotros sentimos gran simpatía por los ritmos de ellos, tales como; el jarocho y el guapango, por ser los más auténticos, podríamos decir - siendo la comparación mala- que representan para nosotros lo que sería el son y la puya, y ellos este par de aires que son los más antiguos poco lo conocen y mucho menos lo han interpretado, entonces ¿cómo decir que el vallenato es hijo de la ranchera?.

Rosendo Romero Ospino